lunes, 9 de octubre de 2017

QUASIMODO


¿Para qué las mil torres 
nocturnas? El esbirro 
de su deber alterna 
con las sombras. Sus arcas,
que vacío y que colmo 
alternativamente 
de haces imaginarios,
dejan hacer: arúspices
el temblor de un aliento
que los conmueve, brujos 
que miran sin decir
ni una palabra. Esbirro 
de su deber, ¿no abrumas 
tus hombros con señales 
que carecen de esgrima? 

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