lunes, 11 de septiembre de 2017

CELADAS Y ARRECHUCHOS


Podía funcionar con franjas de pistacho 
y condonar los hilos de amapolas y rifas; 
prefirió resguardarse de las bromas de alpaca
manumitiendo, fiera de tu mora, su vino. 

Igual que Pancho Villa robó los arenales 
con la inquietud de hacer sombra como los rotos 
y, frente a Lope, impuso su mocasín de greda 
a los pies del malevo que saneaba los montes. 

Nativo como un ñoño, le habló a sus escarpines 
en latín y repuso buscapinas en medio 
del tronco de Troncoso. ¡Qué diéramos al Ser! 

Hoy las ruinas de cedro sacuden la rotonda 
que apaña los zarcillos ganados a Hipocrene 
y castran a los lores. ¡Desfondemos el Mar! 

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